lunes, 6 de febrero de 2017

De silencio

Este silencio es tuyo;
como lo es también la música y las olas.
Quisiera recorrerte palabra a palabra,
construyéndote.
Pero este silencio es mío también,
labrado con la mirada perdida
girando en remolinos absurdos
sobre todas las cosas que pierdo,
queriéndolas.
Quiero vivir en medio de este silencio
como vive el viento en la cima de las montañas.
Sentir las nubes corriendo
y el agua corriendo
en sus pequeños riachuelos
de lechos hechos de piedras blancas.
Quiero sentir este silencio,
en medio de la mañana sin destino,
para hacerlo dueño de mis pensamientos,
cuando el recuerdo de la niña
asomada a mi ventana
se junte con la noche cerrada.
Entonces las sombras,
con los ojos cerrados las recuerdo mejor,
estarán vigilando en lo alto del mástil
- banderas negras, banderas-
como ancianos ciegos.

La hora

Es la hora
Es la hora de mirarnos de frente.
Hemos de desvestirnos
de tantas ropas y de tantas historias.
Es el momento de mirarte a los ojos,
aunque me quede ciego.
Hay que recoger las velas
y afrontar lo que se avecina.
Si son las sombras,
ya estoy de luto vestido.
Ya nada me espanta.
Venid y llevadme ya a ese reino
sombrío que me atrapa. 
Si, por el contrario, he de ser testigo
de un cambio repentino
entonces aún guardo abundantes lágrimas para ese momento.
Será la ocasión de compartirlas contigo...
si llegase ese momento.
Pero mi alma hace años que no cree en milagros.
Se ha ido apagando,
arrugada de ancianidad y ausencia de agua.
Hasta ti se elevaba en un sueño.
Hasta ti se elevaba. 

Escribo

De todo y de nada escribo,
en hojas sueltas,
en suspiros.
Algunas veces encuentro tu belleza
y otras dolor
por no desvelar tu rostro
que se confunde con las nieblas.
Y se arrastran las palabras,
diminutas como monedas,
hasta que las pierdo,
todas,
en un ovillo de silencios
y en el devenir eterno de las horas.

Mi alma

Mi alma, mi voz callada, secreta que me escucha y me conmueve y me desvela mis cicatrices de primaveras erradas. Mi niña, mi creciente p...